Cannes, Génova, La Rochelle: más allá de las cifras, ¿qué revelan realmente los salones de otoño de 2025?

Tres eventos, tres estilos, tres visiones de la náutica europea. En septiembre de 2025, Cannes ha repetido su glamour, La Rochelle ha apostado por la ecotransición y los visitantes "cualificados", mientras que Génova ha sacado músculo con su peso pesado industrial. Detrás de las cifras, la realidad es más matizada: el mercado no es tan boyante como algunos quieren hacer creer, y cada salón revela los puntos fuertes y débiles de un sector en plena mutación.

Cannes: el glamour como pantalla

El Cannes Yachting Festival sigue dominando los titulares, con 711 barcos expuestos, 677 expositores y, sobre todo, 147 estrenos mundiales. Pero tras esta avalancha de cifras, la verdad está clara: Cannes es ante todo un escaparate del lujo, destinado a seducir a una clientela internacional con yates cada vez más sofisticados.

Por supuesto, se habla mucho de ecología y se exponen prototipos híbridos y eléctricos. Pero seamos claros: la inmensa mayoría de las embarcaciones expuestas siguen propulsadas por motores de combustión XXL. En Cannes se sueña, pero sobre todo se mantiene la distancia entre un mercado de ultralujo en expansión y un sector de la náutica familiar que se interroga sobre sus recursos y su futuro.

Génova: fuerza bruta, pero aún no mutación

Con 124.000 visitantes y más de 1.000 embarcaciones, el Salón Náutico de Génova es líder en Europa. El salón italiano se apoya en la fuerza de su industria -Ferretti, Azimut-Benetti, Sanlorenzo- y en un mercado nacional que sigue siendo muy dinámico.

Pero también aquí la innovación ecológica permanece en un segundo plano. Se hace hincapié en el volumen, la diversidad y el poder del "Made in Italy". Un modelo eficaz, pero que podría quedar desfasado rápidamente si la normativa europea acelera la transición energética. Génova atrae a las multitudes, pero la pregunta sigue siendo: ¿atrae al futuro?

La Rochelle: ¿menos gente, pero más compradores?

Con 59.000 visitantes, el Grand Pavois de La Rochelle tuvo menos afluencia que Cannes o Génova. Sin embargo, los organizadores insisten: "menos cantidad, más calidad". En otras palabras: menos curiosos, más prospectos dispuestos a firmar una orden de pedido, aunque todavía es un poco pronto para hacer un balance comercial.

Pero es cierto que en los pantalanes del Port des Minimes, el ambiente era de estudio. Las 600 marcas internacionales y las 500 embarcaciones expuestas (250 de ellas a flote) generaron contactos serios. Pero la verdadera fuerza del Grand Pavois reside en su posicionamiento: un salón a escala humana, donde las semirrígidas de los navegantes "normales", los pequeños veleros (es decir, de menos de 8 m) o los proyectos de crucero comprometidos encuentran una visibilidad que Cannes nunca les ofrecería.

La Rochelle se posiciona como laboratorio de transiciones, hablando de descarbonización, materiales de origen biológico y accesibilidad. Una imagen virtuosa, pero que también esconde una realidad: el evento sigue siendo frágil frente a la competencia de los gigantes.

Tres exposiciones, tres fracturas

Estos tres acontecimientos no cuentan la misma historia.

  • Cannes atrae a la élite y presume de cifras espectaculares, pero sigue prisionera de su lógica de escaparate de lujo.
  • La Rochelle juega la carta de la innovación sostenible y atrae a visitantes serios, pero necesita demostrar que sus intenciones ecológicas se traducen en pedidos en firme.
  • Génova sigue apostando por la masa y la industria, pero su modelo parece más defensivo que prospectivo.

El contraste es asombroso: el mismo sector, tres salones, tres públicos, tres estrategias de euros y ninguna respuesta unificada a la gran pregunta que acecha a la industria náutica: ¿cómo atraer y retener a nuevos navegantes en un contexto económico y ecológico cada vez más limitado?

El verdadero reto: convertir a los visitantes en navegantes

Al fin y al cabo, el verdadero indicador no es el número de entradas ni los estrenos mundiales, sino la capacidad de transformar el deseo en práctica. Cannes hace soñar pero sigue siendo inaccesible, Génova atrae multitudes pero le cuesta encarnar la transformación verde, La Rochelle quiere mostrar el camino pero sigue bajo presión.

El mercado necesita nuevos aficionados, embarcaciones accesibles y sostenibles, y un sector capaz de convencer a la gente de que la náutica no es un lujo reservado a unos pocos afortunados. Los salones náuticos, cada uno a su manera, intentan responder a esta necesidad. Pero en 2025, la música sigue siendo disonante.

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