Un sector con gran potencial pero infraexplotado

Según las cifras disponibles, los superyates del mundo representan unas 6.000 embarcaciones de más de 20 metros de eslora, el 50% de las cuales visitan cada año la Costa Azul. Sólo en la región sur, las repercusiones económicas ascienden a 2.100 millones de euros anuales y generan más de 10.000 empleos directos. Sin embargo, sólo 152 yates están inscritos en el Registro Internacional Francés (RIF), lo que sitúa a Francia en el 26º puesto mundial en número de pabellones.

A modo de comparación, la ciudad de Antibes, con su emblemático Quai des Milliardaires, no tiene actualmente ningún barco con bandera francesa. Los profesionales ven en esta situación una pérdida de ingresos económicos, fiscales y sociales.
Un marco reglamentario considerado inadecuado
Uno de los principales obstáculos es la falta de legislación específica. El propio término "Grande Plaisance" no figura en la normativa marítima francesa ni europea. En consecuencia, los marineros profesionales a bordo de estos yates no están cubiertos por ningún convenio colectivo. Además, algunos propietarios de yates prefieren navegar bajo pabellones llamados "exóticos" (Islas Caimán, Islas Marshall, Malta), lo que fomenta un dumping social y fiscal que socava la competitividad francesa.
Thomas Kieffer también condena las prácticas contables aproximativas que hacen recaer los riesgos jurídicos sobre los armadores, en un contexto de escasos controles.
¿Hacia un convenio colectivo para los superyates?
Para remediarlo, Edge propone la creación de un convenio colectivo específico para el sector de los superyates, que abarque a los marineros, al personal de a bordo no marino y a los empleados en tierra. Todos estarían adscritos al ENIM (Établissement national des invalides de la marine), lo que aumentaría las cotizaciones a este régimen histórico y garantizaría una mejor protección social.

Esta medida pondría fin a la dependencia de los contratos extranjeros y devolvería a Francia el lugar que le corresponde en la gobernanza social y medioambiental de este sector.
Marsella como motor
Con sede en Marsella, Edge aspira a encarnar esta nueva dinámica. Con cerca de 300 empleados y unas ventas consolidadas de 12 millones de euros para 2025, la empresa se describe a sí misma como la principal compañía francesa de gestión de yates. Con oficinas en Cannes, Dubai, Mauricio y Florida, Edge promueve una visión ética y responsable de la náutica, basada en el bienestar de las tripulaciones y una gestión transparente.
Una oportunidad estratégica
Para Thomas Kieffer, el reto es doble: captar una actividad económica ya consolidada en el litoral francés y devolver a Francia su papel de motor en un segmento en el que lujo, innovación y sostenibilidad van de la mano. "Francia se merece una estrategia de desarrollo dedicada al segmento de los yates de lujo, dice.
